Te riego, Madre, te siento eterna. Voces unidas para abonarte, Tierra
Greta ante el espejo, como Atreyu en aquella historia que acababa bien
Siempre es pronto si el disgusto es funesto...
Rotos en lascas de bordes agudos comenzamos la Edad de la Dureza.
En mi refugio tendré guantes y calcetines porque soy de pies fríos.
Recalad en este poema infinito e imaginad la Tierra. ¡Era bella!
Recalad en este poema infinito e imaginad la Tierra. ¡Qué bella!
De la caja de palabras olvidadas, salió y dijo: “cafunfos”. Y sonrió.
Como la Novena sinfonía, mi noveno verso incorpora Oda a la Alegría.
Admirando la belleza que nos cobija, abrazándola con la mirada.
Ella me responde que trae esperanza.
Pues la meta es el camino que recorre a pie la añoranza de la niñez.
Paso a paso, tiza a tiza, tema a tema, prueba a prueba... en el aula.
¿Qué deseo? Que se aparte, está usted tapando el sol.